
Cristina Híjar escribe en primera persona para continuar con un modo discursivo característico de la modernidad y de la filosofía crítica que la precede con autores como San Agustín, Sócrates y Platón. No es este el lugar donde habría que hacer las cuentas de la aportación cartesiana al respecto y de las consecuencias dialógicas que todo esto tiene en los discursos marxistas, pero si es necesario advertir la pertinencia de asumir la subjetividad como constructo incluyente de la vida propia. Esta dimensión estética reivindicada políticamente por Cristina a partir de la estética anarquista de André Reszler, Marcuse y John Cage, es la que a raíz de la invitación a César H. Espinosa, Araceli Zúñiga ha reivindicado como un ánimo perdurable de los grupos, ese ánimo que hizo que Michael Hardt sorprendiera al hablar del amor en el encuentro de la Digna Rabia de enero de 2009. He aquí un punto clave de resistencia contra el racionalismo productivista y las ideologías formalistas propias del descomprometimiento autodenominado posmodernista. De diversas maneras, las entrevistas valoran la subjetividad fraterna procreada y sus posiciones críticas frente al nacionalismo de Estado y por las necesidades internacionalistas. De paso, esta reflexión contradice la falsa oposición entre lo individual y lo colectivo aunque al menos Mauricio Gómez apunta su desazón por las creaciones dirigidas por los maestros. Alguna vez Siqueiros hizo esta misma consideración.
Cristina advierte las frustraciones porque “pudimos hacer más”. Pero fueron los acuerdos tácitos y la práctica constante lo que dio lugar a la variedad de posiciones estéticas y soluciones formales a partir del acuerdo del nombre de trabajadores de la cultura para dejar de ser artistas con toda la carga eurocéntrica y mercantil del gremio. No es que fueran enemigos quienes propusieran otra cosa sino que bajo la tesis del mundo ancho y ajeno, cada grupo y el Frente Mexicano de Trabajadores de la Cultura que suprimió la referencia a los grupos para tener mayor amplitud, orientó sus prácticas y sus reflexiones a partir del apoyo a la liberación nacional y al internacionalismo antiimperialista. Los recursos de significación tuvieron que innovar y fue entonces que la manta como mural transportable del Grupo Germinal, el conceptualismo de Proceso Pentágono, la serialidad gráfica callejera de Suma, las obras conceptuales arraigadas en la revolución teórica de Althusser del Taller de Arte e Ideología, las experiencias urbanas, literarias, de poesía visual y arte correo de la Perra Brava y del Colectivo, la revolución gráfica de articulación de cifras y datos con las excelentes imágenes del Grupo Mira ganador de Intergrafik en Alemania y de un concurso de la Universidad de Puebla, los trabajos campesinos del Taller de Investigación Plástica de Morelia como prueba de superación del defecentrismo, han resultado ejemplares para los grupos actuales. Tal ocurre con la Hoja Urbana que en la red electrónica han echado a andar los grupos de la UAM-X A la chingada y Diseño, dibujo y escribo con las patas. Con el mismo sentido gráfico callejero y contestatario, la Gaceta Mercado Negro de productores gráficos ha llegado a su número tres con participaciones de Sublevarte Colectivo, Hombre Armada, La mula con patines, La Otra Gráfica, Cooperativa Libre de Diseño y ASARO de Oaxaca. La lucha sigue, la actualización de planes y programas de estudios en la que tanto influyeron los grupos es tan urgente ahora como entonces.
Las entrevistas dan cuenta de una riqueza organizativa asombrosa porque todo se hizo de manera autogestiva y cuando se ganaron apoyos oficiales como en el caso de la asistencia a la X Bienal de Jóvenes de París, no sólo se lograron reivindicando la independencia del Estado sino con reclamos explícitos a las instituciones. Gracias a esto el éxito en París explica la habilidad del director de la bienal Pierre Boudaille al promover una gira de las obras por Francia a la par de las relaciones internacionalistas que comprometieron a la organización de América en la mira como primera expocorreo de alcance internacionalista. Con ímpetu semejante son narradas las participaciones por la libertad de los presos políticos y la presentación de los desaparecidos, de apoyo más que propagandístico a la Revolución Popular Sandinista y a los pueblos de Vietnam, Chile, Cuba y Guatemala. Todo esto explica la caracterización de los grupos por Cristina como anarquista en el mejor de los sentidos. No lo sabíamos pero en efecto, tal como se advierte en las entrevistas, se luchó contra el autoritarismo, la represión y la liberación de modo de evitar manifiestos, declaraciones y estatutos grandilocuentes a cambio de probar prácticas de significación que han enriquecido a los movimientos populares.